El islam como anarquismo místico by Abdennur Prado

El islam como anarquismo místico by Abdennur Prado

autor:Abdennur Prado [Prado, Abdennur]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2009-12-31T16:00:00+00:00


La conclusión a la que llega Ali Abd al-Ráziq nos sirve para confrontar la opinión común según la cual el profeta Muhámmad fue jefe de un Estado. La confusión se produce al realizar el salto de la comunidad al Estado, un salto dado de forma arbitraria por los historiadores, sin pararse a pensar que entre comunidad y Estado existe un abismo. Por ejemplo (y es uno entre mil), Manuel Ruiz Figueroa, profesor en El Colegio de México, dice en su ensayo Surgimiento y consolidación del Estado islámico:

Se puede entender por qué Muhámmad tomó la decisión de formar una comunidad exclusivamente compuesta por musulmanes, y además autónoma, o sea, un Estado.

Una frase de este tipo es doblemente falsa. Primero, porque en la llamada Constitución de Medina firmada por el Profeta leemos lo siguiente:

Los judíos de Banu Auf [y a continuación menciona el resto de tribus judías de Medina] son una sola comunidad con los creyentes.

Y segundo: ¡un Estado no es una comunidad! De hecho, se trata de dos fenómenos contrarios e irreconciliables. Como saben anarquistas y antropólogos, allí donde hay Estado las relaciones humanas son secuestradas, y la comunidad es destruida. El Estado es la disolución del ligamen social, justo lo contrario de aquello que la comunidad profética de Medina representa.

El Profeta no tenía ningún privilegio, ni como dirigente de la comunidad ni como Mensajero de Al-lâh, vivía como un hermano entre hermanos. Existen hadices significativos. En uno de ellos un extranjero llega a Medina en busca del Profeta. Entra en una reunión en la cual está presente y ve a un hombre sentado en una silla, un poco más elevado que el resto. Se dirige a él, pero no es el Profeta-Éste está tendido sobre el suelo, con su cabeza recostada en los muslos de uno de sus compañeros. Hay otro hadiz que explica que un hombre llegó hasta el Profeta, se emocionó en su presencia, se puso tan nervioso que temblaba… El profeta de dijo: «cálmate, yo no soy ni un rey ni un tirano, soy tan sólo el hijo de una mujer del Quraish que comía de lo que secaba al sol de la Meka»[26]. Y, según otra tradición, el Profeta fue preguntado por los judíos sí él era un profeta-rey o un profeta-siervo, y él contestó: «elijo ser un profeta-siervo»[27].

Una vez Muawiya vino a ver a Ibn al-Zubayr e Ibn Amr. Ibn Amr se puso de pie, pero Ibn al-Zubayr no se levantó. Muawiya le dijo a Ibn Amr: Siéntese, pues el Mensajero de Dios dijo: «Aquellos que se hallan satisfechos cuando la gente se levanta ante su presencia deberían preparar su lugar en el fuego»[28].

Hay otro hadiz en el cual Muhámmad realiza una plegaria, y le pide a Al-lâh ser pobre y estar en compañía de los pobres: «Oh Al-lâh, permíteme vivir pobre y hazme morir pobre, y mantenme en la compañía de los pobres»[29]. Incluso hubo épocas de su vida, siendo dirigente de la comunidad, en las cuales se ataba piedras al cinto para apretar su estómago y camuflar el hambre.



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